
REUNIÓN DE IGLESIAS ZONA CENTRO
"UNIVERSAL DE DIOS A.R."
"MONTE SE SIÓN" SABADO 9 DE ENERO DEL 2016 A LAS 3 P.M EN CALLE GUILLERMO PRIETO # 34
COLONIA EL PEDREGAL POTRERO NUEVO VER.
La Iglesia en el
designio de Dios
La comprensión cristiana de la
Iglesia y su misión tiene sus orígenes en la visión del gran designio (o
“economía”) de Dios para toda la creación: el “Reino” prometido por Jesucristo
y manifestado en él. Según la Biblia, el hombre y la mujer fueron creados a
imagen de Dios (véase Gn 1:26-27), por lo que tienen la capacidad inherente de
estar en comunión (en griego, koinonía) con Dios y entre sí. El pecado y la
desobediencia de los humanos (véanse Gn 3-4; Ro 1:18-3:20) frustraron el
propósito de Dios en la creación, lo cual dañó la relación entre Dios, los
seres humanos y el orden creado. Pero Dios se mantuvo fiel a pesar del pecado y
los errores humanos. La historia dinámica de la restauración de la koinonía de
Dios encontró su logro irreversible en la encarnación y el misterio pascual de
Jesucristo. La Iglesia, como cuerpo de Cristo, actúa por el poder del Espíritu
Santo para continuar la misión vivificadora de este en el ministerio profético
y compasivo, y participa así en la labor de Dios de sanar un mundo roto. La
comunión, cuyo origen está en la vida de la Santísima Trinidad, es el don por
el que la Iglesia vive y, al mismo tiempo, el don que Dios pide a la Iglesia
que ofrezca a una humanidad herida y dividida con la esperanza de la
reconciliación y la sanación.
La Iglesia del Dios trino como koinonía
La iniciativa de Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo
La Iglesia es creada por Dios,
que “de tal manera amó […] al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16)
y que envió al Espíritu Santo para guiar a esos creyentes a toda la verdad,
recordándoles todo lo que Jesús enseñó (véase Juan 14:26). En la Iglesia, por
medio del Espíritu Santo, los creyentes están unidos a Jesucristo y, de ese
modo, mantienen una relación viva con el Padre, que les habla y los llama a
responder confiadamente. El concepto bíblico de koinonía se ha convertido en el
aspecto central de la búsqueda de un entendimiento común de la vida y la
Fe. Esa búsqueda presupone que la comunión no es simplemente la unión de
iglesias existentes en su forma actual. El sustantivo koinonía (comunión,
participación, comunidad, compartir), que deriva de un verbo que significa
“tener algo en común”, “compartir”, “participar”, “tomar parte en” o “actuar
juntos”, aparece en pasajes que narran la celebración de la Santa Cena (véase 1
Co 10:16-17), la reconciliación de Pablo con Pedro, Jacobo y Juan (véase Gl
2:7-10), la colecta para los pobres (véanse Ro 15:26; 2 Co 8:3-4) y la
experiencia y el testimonio de la Iglesia (véase Hch 2:42-45). Como comunión
establecida por Dios, la Iglesia pertenece a Dios y no existe para sí misma. Es
misionera por naturaleza, llamada y enviada a dar testimonio en su propia vida
de la comunión que Dios quiere para toda la humanidad y para toda la creación
en el Reino.
La Iglesia se centra y se basa en
el evangelio, la proclamación del Verbo hecho carne, Jesucristo, Hijo del
Padre, lo cual se refleja en la afirmación del Nuevo Testamento: “Habéis
renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1:23). Mediante la predicación del
evangelio (véase Ro 10:14-18) y con el poder del Espíritu Santo (véase 1 Co
12:3), los seres humanos llegan a la fe salvadora y, por medios sacramentales,
son incorporados al cuerpo de Cristo (véase Ef 1:23). Siguiendo esta enseñanza,
algunas comunidades llamarían a la Iglesia creatura evangelii o “criatura del
Evangelio”. Un aspecto que define la vida de la Iglesia es que es una comunidad
que escucha y proclama la palabra de Dios.
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