IGLESIA UNIVERSAL DE DIOS

IGLESIA UNIVERSAL DE DIOS
"JEHOVA SAMA"

martes, 10 de mayo de 2016







Feliz 10 de Mayo 2016


Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. (Mateo 15:4-6)

Los escribas y fariseos les habían enseñado a los hijos que si querían dejar de sentir esa “carga” de ayudarles a sus padres, ellos solamente debían decirles que “todo aquello con que ellos les podrían ayudar” (comida, calzado, ropa, dinero, etc.) lo tenían reservado para dárselo como ofrenda a Dios (Mateo 15:5). Los escribas y fariseos enseñaban que con esto ya el hijo no tenía que seguir ayudando ni honrando a sus padres. Jesús les dijo que ellos habían invalidado el mandamiento de Dios por su tradición (Mateo 15:6). De igual manera, hoy en día muchos jóvenes están invalidando el mandamiento de Dios por la tradición griega del día de las madres. Multitudes de jóvenes todo el año le levantan la voz a su madre, la menosprecian (Proverbios 23:22), la humillan, no le obedecen; se avergüenzan de ella , no la toman en cuenta, se creen superiores a ella porque han alcanzado un mayor nivel académico y social que ella…y un mísero día al año, el 30 de mayo, se acuerdan de esa mujer que se quitaba el bocado de la boca para dárselo a ellos; y le traen un regalo material, un abrazo hipócrita, y hasta echan su lágrima de cocodrilo. Hijo cristiano, en el amor de Cristo te digo: ¡Deja la rebeldía y la hipocresía,  arrepiéntete de corazón, y pídele perdón a Dios! Porque si sigues tratando así a la mujer que te trajo al mundo, y te sorprende la muerte, vas a ir al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga (Marcos 9:44).

La Biblia contiene diferentes ejemplos de hijos que honraron a sus padres. Sin embargo, el ejemplo que más me impacta es el de nuestro Señor Jesucristo. En Lucas 2:41-52 la Biblia nos narra la ocasión cuando Jesús tenía 12 años, y cómo sus padres terrenales (José y María), creyéndolo perdido, lo encontraron en el templo unos días después atendiendo los negocios de su Padre celestial (Permaneciendo en la casa de su Padre y ocupándose de las cosas espirituales). Jesús, en su período de transición de niño a adolescente (12 años), ya estaba honrando a Jehová, su Padre celestial, pero la Biblia también nos enseña: “Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.” (Lucas 2:51). Jesús, siendo Dios mismo hecho carne, la Biblia dice que estaba sujeto a sus padres terrenales. El adjetivo “sujeto” significa que les obedecía en todo. Si sus padres, por ejemplo, le pedían que hiciera algo, Jesús lo hacía sin renegar y alterar la voz, porque Jesús estaba sujeto a ellos…”Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón”. La voluntad de Dios es que honres a tu padre y a tu madre TODOS LOS DÍAS (Efesios 6:1-3), no un simple día al año. Tu mamá es vaso frágil y guardará todo lo que tú hagas en su corazón. Es necesario que siempre bendigas a tu mamá materialmente, pero te aseguro que si la amas, la honras, la respetas y le obedeces TODOS LOS DÍAS, eso valdrá más para ella que cualquier cosa material que el dinero pueda comprar, y Jehová Dios te recompensará.



miércoles, 9 de marzo de 2016

Una visión distorsionada de la opinión de Dios sobre la mujer
La Ley de Israel concedía una posición honorable a las mujeres y fomentaba el respeto por sus derechos. Sin embargo, a partir del siglo IV antes de nuestra era, el judaísmo se dejó influir por la cultura griega, que consideraba inferior a la mujer (véase el recuadro “Textos antiguos que discriminan a la mujer”).
Ya en el siglo VIII antes de nuestra era, el poeta griego Hesíodo culpaba a la mujer de todos los males. En su obra Teogonía hablaba de “la más perniciosa raza de mujeres, el más cruel azote que existe entre los hombres mortales”. Esta idea cobró auge en el judaísmo a principios del siglo II antes de nuestra era. De hecho, el Talmud, que se empezó a compilar en el siglo II de nuestra era, advertía a los hombres que conversar mucho con mujeres podía empujarlos a recurrir a prostitutas.
Claro, con el paso del tiempo, semejante desconfianza hacia la mujer afectó enormemente su papel en la sociedad judía. En tiempos de Jesús, su acceso al recinto del templo se había limitado al atrio de las mujeres. Solo  recibían educación religiosa los varones, y ellas probablemente se sentaban aparte en las sinagogas. En el Talmud también se citaban las siguientes palabras de cierto rabino: “Todo el que instruye a su hija en la Torá [la Ley] es como si la instruyera en cosas frívolas”. Así pues, al transmitir una visión distorsionada de la opinión divina acerca de la mujer, los líderes religiosos judíos inculcaron en muchos hombres el desprecio por las mujeres.
Cuando Jesús estuvo en la Tierra, percibió estos prejuicios tan enraizados en la tradición del pueblo judío (Mateo 15:6, 9; 26:7-11). Ahora bien, ¿dejó él que influyera en su manera de tratar a las mujeres? ¿Qué podemos aprender de su actitud y del trato que les daba? ¿Y qué puede decirse del cristianismo verdadero? ¿Ha contribuido a mejorar la situación de la mujer? Hallará las respuestas en el siguiente artículo.

Las mujeres son" inferiores por naturaleza" según Platón y Aristóteles

Según Platón (427 - 327 BC), las mujeres son resultado de una degeneración física del ser humano. "Son sólo los varones los que han sido creados directamente de los dioses y reciben el alma. Aquellos que viven honradamente retornan a las estrellas, pero aquellos que son cobardes o viven sin justicia pueden haber adquirido, con razón, la naturaleza de la mujer en su segunda generación".

Aristóteles (384 - 322 BC) consideró a las mujeres seres humanos defectuosos.
  • Las mujeres eran varones estériles. "La hembra, ya que es deficiente en calor natural, es incapaz de preparar su fluido menstrual al punto del refinamiento, en el cual se convierte en semen (es decir, semilla). Por lo tanto, su única contribución al embrión es su materia, un campo en el cual pueda crecer. Su incapacidad para producir semen es su deficiencia".
  • La razón por la que un hombre domina en sociedad es su inteligencia superior. Sólo el hombre es un ser humano completo. "La relación entre el varón y la hembra es por naturaleza aquella en la que el hombre ostenta una posición superior, la mujer más baja; el hombre dirige y la mujer es dirigida".

La ley romana atribuyó a la mujer un estatus muy bajo

De acuerdo a la ley de la familia romana, el marido era señor y maestro absoluto.
  • La mujer era propiedad del marido y estaba completamente sujeta a sus disposiciones.
  • Él podía castigarla de cualquier forma que deseara.
  • En cuanto a las propiedades familiares, la mujer no era dueña de nada. Cualquier cosa que ella o los niños heredaran pertenecía al marido, incluyendo también la dote que ella aportaba al matrimonio.
En la ley civil romana los derechos de la mujer estaban también muy limitados. Las razones dadas en la ley romana para restringir los derechos de la mujer eran descritas como la "debilidad de su sexo" o la "estupidez de su sexo". El contexto hace ver claramente que el problema no radicaba en la debilidad física de la mujer sino en lo que era percibido como su carencia de un juicio digno de confianza y su incapacidad de pensar lógicamente.
  • Las mujeres no podían ejercer ningún cargo público.
  • Las mujeres no podían actuar en persona en juicios, hacer contratos, ser testigos, etc.
  • Las mujeres eran metidas en el mismo grupo que los menores, esclavos, criminales convictos y personas sordomudas; es decir, con gente cuyo juicio no era de confianza.

Los Padres de la Iglesia vieron a las mujeres como seres inferiores

La reinante tradición de romanos y helenistas vio la sociedad distribuida en estratos de más y menos evolucionados seres humanos. Las mujeres eran inferiores a los hombres por naturaleza. No deberíamos sorprendernos de que esto haya influenciado fuertemente el juicio de los Padres de la Iglesia.
El estatus inferior de la mujer fue simplemente aceptado.
  • "Tanto la naturaleza como la ley colocan a la mujer en una condición subordinada al hombre" Ireneo, fragmento nº 32.
  • "Es cosa del orden natural entre la gente que las mujeres sirvan a sus maridos y los hijos a sus padres, porque la justicia de esto consiste en el principio de que el menor sirve al más grande... Ésta es la justicia natural de que cerebro más débil sirve al más fuerte. Ésta es por lo tanto la justicia evidente de que en las relaciones entre esclavos y sus maestros, aquellos que sobresalen en razón, aventajen en poder" Agustín, Cuestiones del Heptateuch, Libro I, * 153.
  • "No puede dudarse, de que está más en consonancia con el orden de la naturaleza que los hombres gobiernen sobre las mujeres, antes que las mujeres sobre los hombres. Este es el principio ante el cual es apostol dice: "Mujeres, someteos a vuestros maridos" También el apóstol Pedro dice: "Incluso como Sara obedeció a Abraham, llamándole Señor" Agustín, Sobre la concupiscencia, Libro I, capítulo 10.
  • El apóstol quiere que las mujeres, que son manifiestamente inferiores, estén sin falta, para que la Iglesia de Dios sea pura. Ambrosio, De Timoteo 3, 11.
  • ¿Quiénes son los que enseñan semejantes cosas aparte de las mujeres? En verdad, las mujeres son una raza débil, no digna de confianza y de inteligencia mediocre. De nuevo vemos que el diablo sabe cómo hacer que las mujeres vomiten enseñanzas ridículas, tal y como tuvo éxito haciéndolo en el caso de Quintilla, Máxima y Priscilla". Epifanio,Panarion 79, *1.
La confirmación del estatus inferior de la mujer fue basada a menudo en la creencia de que sólo el hombre, no la mujer, fue hecho a imagen de Dios.
  • "Tú, mujer, destrozaste tan fácilmente la imagen de Dios, el hombre" Tertuliano, De Cultu Feminarum, libro 1, capítulo 1.
  • ¿Cómo hubiera fallado Dios en hacer tales concesiones a los hombres, más que a las mujeres, ya sea pretextando una mayor intimidad, al ser el hombre "su propia imagen" o con el fin de una fatiga más dura? Pero si nada de esto ha sido concedido al hombre, mucho menos a la mujer" Tertuliano, Sobre los Velos de las Vírgenes, capítulo 10.
  • "Las mujeres deben cubrirse sus cabezas porque ellas no son la imagen de Dios... ¿Cómo puede nadie sostener que la mujer es semejanza de Dios si ella es sujeto de dominio del hombre y no tiene ninguna forma de autoridad? Ya que ella no puede enseñar ni ser testigo en un juicio, ni ejercitar su ciudadanía ni ser juez, entonces ciertamente no puede ejercer dominación" Ambrosiaster, Sobre 1 Corintios 14, 34.

¿Maldijo Dios a la mujer?

No. Jehová Dios maldijo a “la serpiente original, el que es llamado Diablo” (apocalipsis 12:9; Génesis 3:14). Cuando Jehová dijo que Adán dominaría a su esposa, no le estaba dando su consentimiento para que la sometiera (Génesis 3:16). Solo estaba prediciendo cuáles serían las tristes consecuencias del pecado que habían cometido.
De modo que el maltrato que sufre la mujer es consecuencia del pecado que heredan los seres humanos, y no de una maldición divina. La Biblia no promueve la idea de que la mujer deba ser sometida para pagar por el pecado original (Romanos 5:12).

¿Fue creada inferior al hombre?

En absoluto. Génesis 1:27 dice: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó”. Así que tanto el hombre como la mujer fueron creados con la capacidad de reflejar la personalidad de Dios. Y a pesar de tener una constitución física y emocional diferente, su Creador les encargó la misma comisión y les otorgó los mismos derechos (Génesis 1:28-31).
Antes de crear a Eva, Dios indicó: “Voy a hacerle una ayudante [a Adán], como complemento de él” (Génesis 2:18). ¿Significa el hecho de que Eva fuera creada como complemento de Adán que era inferior a él? De ningún modo. La expresión hebrea empleada también se puede traducir “ayuda idónea  para él” o “ayuda similar a él”. Para ilustrarlo: ¿quién es más importante en un quirófano? ¿El cirujano o el anestesiólogo? Es cierto que el cirujano es el que opera, pero no podría hacerlo sin la ayuda del anestesiólogo. Algo parecido pasa en el caso del hombre y la mujer. Dios los creó para que colaboraran estrechamente, no para que compitieran entre sí (Génesis 2:24).

¿Qué prueba que Dios valora a la mujer?

Dios previó que, debido a la imperfección causada por el pecado original, la actitud del hombre hacia la mujer cambiaría. Por eso tomó medidas para protegerla. En su libro La Bible au féminin (La Biblia en género femenino), Laure Aynard habla de la Ley mosaica, que se implantó en el siglo XVI antes de nuestra era, y señala: “La mayoría de las veces que se menciona a la mujer en el pacto de la Ley es para defenderla”.
Así, la Ley de Dios mandaba honrar y respetar tanto al padre como a la madre (Éxodo 20:12; 21:15,17). Además, exigía que se mostrara la debida consideración a las mujeres embarazadas (Éxodo 21:22). Incluso en nuestros días, estos mandatos contrastan con la falta de derechos que sufren las mujeres en muchas partes del mundo. Pero eso no es todo.

La Ley de Dios y la mujer

La Ley que Dios suministró a la nación de Israel tenía multitud de beneficios físicos, morales y espirituales para todo el pueblo, hombres y mujeres por igual. Si ponían en práctica lo que escuchaban, estarían “por encima de todas las otras naciones de la tierra” (Deuteronomio 28:1, 2). ¿Y qué hay en cuanto a las mujeres? ¿Con qué derechos contaban bajo la Ley?
1. Derecho a la libertad individual. A diferencia de lo que pasaba en otras naciones de aquel tiempo, las israelitas disfrutaban de mucha libertad. Aunque el varón era el  cabeza de familia, la esposa, con la plena confianza de él, podía desempeñar tareas como inspeccionar un terreno, comprarlo o plantar una viña. Y si era buena hilando y tejiendo, podía montar su propio negocio (Proverbios 31:11, 16-19). Las mujeres del antiguo Israel eran individuos con derechos propios y no meros apéndices del hombre.
También podían cultivar una relación personal con Dios. En la Biblia se mencionan casos como el de Ana, quien le oró a Dios sobre algo que le preocupaba y le hizo un voto en secreto (1 Samuel 1:11, 24-28). Cierta señora de la ciudad de Sunem solía ir los sábados a consultar al profeta Eliseo (2 Reyes 4:22-25). Algunas, como Débora y Huldá, ejercieron de representantes divinas. Hasta sacerdotes y hombres prominentes acudían a ellas por consejo (Jueces 4:4-8;2 Reyes 22:14-16, 20).
2. Derecho a la educación. Al ser una de las partes implicadas en el pacto de la Ley, las mujeres podían estar presentes durante la lectura de las leyes, lo que les daba muchas oportunidades de aprender (Deuteronomio 31:12; Nehemías 8:2, 8). Asimismo podían recibir preparación para ciertas facetas de la adoración pública. Algunas probablemente desempeñaban “servicio organizado” en el tabernáculo, y otras cantaban en un coro mixto (Éxodo 38:8;1 Crónicas 25:5, 6).


(Proverbios 31:24). Y las madres contribuían a la formación de los hijos varones hasta que se hacían adultos (Proverbios 31:1). ¡Qué diferente de otras naciones en las que solo el padre los educaba! Sin duda alguna, la mujer del antiguo Israel no carecía de educación.

3. Derecho al respeto. Uno de los Diez Mandamientos estipulaba: “Honra a tu padre y a tu madre” (Éxodo 20:12). Y el sabio rey Salomón dijo en uno de sus proverbios: “Escucha,  hijo mío, la disciplina de tu padre, y no abandones la ley de tu madre” (Proverbios 1:8).
La Ley regulaba con detalle el trato con personas del sexo opuesto y manifestaba gran respeto por las mujeres (Levítico 18:6,9; Deuteronomio 22:25, 26). Incluso les recordaba a los hombres que debían tener en cuenta los límites físicos y biológicos de su esposa (Levítico 18:19).
4. Derecho a la protección. En su Palabra, Jehová se describe a sí mismo como “padre de huérfanos de padre y juez de viudas”, es decir, se consideraba responsable de proteger a quienes no tenían un padre o un esposo que lo hiciera (Salmo 68:5; Deuteronomio 10:17, 18). De hecho, en cierta ocasión en que la viuda de un sacerdote se vio en aprietos por culpa de un acreedor injusto, Jehová hizo un milagro para que ella pudiera sobrevivir sin perder su dignidad (2 Reyes 4:1-7).
Otro ejemplo es el de las hijas de Zelofehad. Cuando los israelitas todavía estaban en el desierto, este cabeza de familia murió sin dejar un descendiente varón. Entonces, sus cinco hijas solicitaron “una posesión” en la Tierra Prometida. Jehová les concedió más de lo que ellas habían pedido, pues le dijo a Moisés: “Debes darles la posesión de una herencia en medio de los hermanos de su padre, y tienes que hacer que la herencia de su padre pase a ellas”. A partir de ese momento, las mujeres israelitas pudieron recibir una herencia de sus padres y dejársela a sus descendientes (Números 27:1-8).




miércoles, 24 de febrero de 2016

LA PACIENCIA


Paciencia
La paciencia es un rasgo de carácter que permite pasar  situaciones caóticas sin derrumbarnos, nos permite educar a nuestros hijos sin gritos y nos permite aceptar a los compañeros de trabajo sin deprimirnos, entre muchas otras cosas.

Es muy interesante conocer que el origen de la palabra paciencia es la raíz latinapati que significa sufrir. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o “el que sufre.” Así la palabra misma nos recuerda que la paciencia implica sufrimiento, si bien ese sufrimiento se acepta con dignidad esperando una recompensa mayor que vendrá, ya sea con el simple paso del tiempo, con la perseverancia, o con la actividad correcta en los momentos correctos.

Es importante notar que paciencia no significa sólo esperar hasta que cambie la situación o hasta que alguien más haga lo que tiene que hacer. Es muy fácil culpar a alguien más de todo lo negativo que nos sucede. Paciencia es la cualidad de tolerar o soportar dolor o dificultades sin quejas.

Repasemos el rasgo de la paciencia en las tres circunstancias mencionadas anteriormente: el simple paso del tiempo, la perseverancia y la actividad correcta en el momento correcto.

Paciencia en momentos lentos.
¿Le ha tocado desesperarse con la burocracia de ciertas instituciones? ¿Ha tenido la “oportunidad” de esperar largo tiempo en líneas para poder ser atendido? ¿Ha tenido que atacar el aburrimiento propio o de sus hijos en viajes largos? Son momentos todos en que la paciencia debe derrotar al desasosiego. Debemos entender que la “burocracia” no es mala por sí misma, de hecho fue introducida en la ciencia administrativa como un elemento de organización y control. Sin ese molesto “papeleo”, una organización no sabría dónde están sus ingresos, o cómo reproducir un proceso particular en ausencia del actual dirigente, o cómo controlar los gastos. Entendamos entonces que la burocracia tiene una razón de ser y seamos amables cuando tratemos con ella.
Aparte de comprensión también podemos usar la creatividad y convertir los momentos de espera en momentos útiles.
La gente de campo sabe que el tiempo entre la siembra y la cosecha no es de haraganería, es un tiempo para fertilizar, desyerbar, arreglar maquinaria, etc. Hay que sacar ventaja de ese aparente “tiempo muerto”.


Paciencia como perseverancia.
Se cuenta que Robert Bruce derrotó a los ingleses para liberar a su patria Escocia de su yugo, pero sólo después de muchas y dolorosas derrotas. Siempre tuvo la paciencia de asimilar la derrota, levantar un nuevo ejército, luchar nuevamente, ser derrotado, asimilar la derrota, etc. Un ciclo que no se interrumpió sino hasta que logró la victoria final y pudo reinar en Escocia.
Esto lo podemos aplicar, tanto a este Rey, como a un equipo de fútbol que luego de derrota tras derrota, persevera hasta lograr el campeonato, al estudiante que finalmente logra titularse, o al empleado que finalmente es reconocido como “siervo fiel”.

Paciencia como actividad correcta en el momento correcto.

Cuando “tenemos el tiempo encima” tendemos a desesperarnos, nos irritamos, gritamos y generamos un caos peor sin lograr resultado alguno. Este también es un momento para la paciencia. Nuevamente no se trata de esperar una solución “caída del cielo”, si bien podemos orar y pedir ayuda divina, lo cierto es que también tenemos que enfrentar el problema. Gedeón, David, y otros personajes de la Biblia que recibieron ayuda de Dios, aún tuvieron que marchar a la batalla.
Los tripulantes del Apolo 13, cuando este sufrió una avería, hubieran podido darse de topes en las paredes, maldecir  la misión, rasgar sus trajes y aun así seguir con el mismo problema. Ellos tuvieron paciencia para solicitar ayuda, para comentar las alternativas y trabajar en la solución de mejores probabilidades aun cuando el tiempo se iba de entre sus manos. Ellos hicieron lo correcto con paciencia.

Fuente de la paciencia.
La buena noticia es que para lograr este rasgo, tenemos la ayuda del Espíritu Santo. Gálatas 5:22 dice que la paciencia es uno de los frutos del Espíritu Santo. No estamos solos, oremos a Dios porque su Espíritu more en nosotros y seremos recompensados con este fabuloso rasgo del carácter de Cristo: la Paciencia.







martes, 26 de enero de 2016


PROXIMA ALIANZA 6 DE FEBRERO 2016 EN IXHUTLANCILLO, HORA DE REUNIÓN, 2 DE LA TARDE EN MONUMENTO  A LA INDIA, CRUCERO DE ORIZABA A LA PERLA, CON EL PASTOR JOSÉ AMADEUS PANZO , CALLE LUIS DONALDO COLOSIO.

El elemento determinante entre lo que Dios puede y quiere darnos y el cúmulo de nuestras necesidades es la fe. La fe no es otra cosa que creerle a Dios. Diga en alta voz:
Cuando tenemos esto bien definido, entonces podemos considerar los aspectos que encierra la fe:
1.     La fe nos lleva a tomar decisiones de alto riesgo (Génesis 12:1-5)

Al salir de Ur de los caldeos, Abraham estaba arriesgando sus posesiones, sus cosas, su familia y todo cuanto hubiese alcanzado a tener hasta ese momento por seguir al Señor. El cristiano consagrado a Dios está dispuesto a arriesgarlo todo para aventurarse a ir tras lo que Dios le haya dicho. A muchos cristianos les cuesta tomar decisiones. Ignoran que el futuro nuestro no solo depende de las oportunidades que tengamos en la vida, sino también de las decisiones que tomemos frente a esas oportunidades, y optan por dejar que pasen sin echar manos a ellas. Abraham escogió salir de su parentela y logró lo que Dios le había dicho.
2.     La fe nos lleva a emprender largas jornadas en busca de un mejor destino (Génesis 12:4-5)

El viaje de Abraham cubrió una ruta de más de 2.400 Km de distancia y los recorrió alimentado por la fe. El soñó ampliando sus horizontes. Tal vez nunca antes había recorrido tantos kilometrajes, pero esta vez se movió en razón de que creía que encontraría “la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).
El profeta Isaías nos exhorta a ampliar el sitio de nuestra tienda, a correr las cortinas y a ahondar las estacas (Isaías 54:2). La fe nos acciona, nos hace mirar más allá de nuestras posibilidades. El destino ya fue trazado y el camino para llegar a él ya nos fue indicado (Juan 14:1-6) ¿Qué espera usted para recorrerlo?

3.     La fe nos lleva a esperar a que suceda lo imposible (Génesis 17: 1-27).

Tanto para Abraham como para Sara tener un hijo era no solo un imposible sino también un absurdo dada la edad que ambos tenían y por la esterilidad de Sara. Pero la persona de fe no cree solamente en hechos sino que mediante su plena confianza en Dios espera que suceda lo humanamente imposible. La fe no se detiene en los hechos, va más allá. La fe da por sentado que lo que Dios nos haya prometido, se cumplirá. La fe es una solemne confianza en lo que Dios ha dicho en razón de su carácter y naturaleza. Dios no sabe ni puede mentir, y ese es el mayor garante de la Palabra que salió de su boca.

4.     La fe nos lleva a entregarlo todo (Génesis 22:1-19).

Abraham sabía que al sacrificar a su hijo, toda esperanza de ser padre de multitudes quedaría arruinada y que las promesas que lo señalaban como un futuro padre de muchas naciones ya no se cumplirían. Pero no obstante decidió confiar en el Señor y rendirle a él lo más preciado que tenía en ese momento: su hijo Isaac. Un cristiano convencido de a quien le está creyendo estará dispuesto a sacrificar todo lo que Dios le pida y lo más precioso para él en procura de agradar a su Dios y Señor. El no argumentará contra lo que Dios le esté pidiendo, simplemente obedecerá; él no cuestionará a Dios por la forma en que lo hace, simplemente es preguntará:¿Por qué no lo había hecho antes? La fe no se detiene a reparar en lo que da, sino en las razones por las que damos.

Fe no es tanto lo que uno cree, sino lo que uno hace con lo que cree. Y si lo que creemos no nos lleva a hacer algo, ¿para qué lo creemos? (Santiago 2:17) ¿Qué está usted haciendo con su fe? ¿Dejará pasar las nuevas oportunidades que se le están dando como lo hizo la primera vez?
La fe es capacidad que el Espíritu Santo da para que creamos lo que Dios nos afirma desde su Palabra.


lunes, 4 de enero de 2016


REUNIÓN DE IGLESIAS ZONA CENTRO
 "UNIVERSAL DE DIOS A.R." 
"MONTE SE SIÓN" SABADO 9 DE ENERO DEL 2016 A LAS  3  P.M  EN CALLE GUILLERMO PRIETO  # 34
COLONIA EL PEDREGAL POTRERO NUEVO VER.

La Iglesia en el designio de Dios 


La comprensión cristiana de la Iglesia y su misión tiene sus orígenes en la visión del gran designio (o “economía”) de Dios para toda la creación: el “Reino” prometido por Jesucristo y manifestado en él. Según la Biblia, el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios (véase Gn 1:26-27), por lo que tienen la capacidad inherente de estar en comunión (en griego, koinonía) con Dios y entre sí. El pecado y la desobediencia de los humanos (véanse Gn 3-4; Ro 1:18-3:20) frustraron el propósito de Dios en la creación, lo cual dañó la relación entre Dios, los seres humanos y el orden creado. Pero Dios se mantuvo fiel a pesar del pecado y los errores humanos. La historia dinámica de la restauración de la koinonía de Dios encontró su logro irreversible en la encarnación y el misterio pascual de Jesucristo. La Iglesia, como cuerpo de Cristo, actúa por el poder del Espíritu Santo para continuar la misión vivificadora de este en el ministerio profético y compasivo, y participa así en la labor de Dios de sanar un mundo roto. La comunión, cuyo origen está en la vida de la Santísima Trinidad, es el don por el que la Iglesia vive y, al mismo tiempo, el don que Dios pide a la Iglesia que ofrezca a una humanidad herida y dividida con la esperanza de la reconciliación y la sanación.  

La Iglesia del Dios trino como koinonía 

La iniciativa de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo
 
La Iglesia es creada por Dios, que “de tal manera amó […] al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16) y que envió al Espíritu Santo para guiar a esos creyentes a toda la verdad, recordándoles todo lo que Jesús enseñó (véase Juan 14:26). En la Iglesia, por medio del Espíritu Santo, los creyentes están unidos a Jesucristo y, de ese modo, mantienen una relación viva con el Padre, que les habla y los llama a responder confiadamente. El concepto bíblico de koinonía se ha convertido en el aspecto central de la búsqueda de un entendimiento común de la vida y la                                                   Fe. Esa búsqueda presupone que la comunión no es simplemente la unión de iglesias existentes en su forma actual. El sustantivo koinonía (comunión, participación, comunidad, compartir), que deriva de un verbo que significa “tener algo en común”, “compartir”, “participar”, “tomar parte en” o “actuar juntos”, aparece en pasajes que narran la celebración de la Santa Cena (véase 1 Co 10:16-17), la reconciliación de Pablo con Pedro, Jacobo y Juan (véase Gl 2:7-10), la colecta para los pobres (véanse Ro 15:26; 2 Co 8:3-4) y la experiencia y el testimonio de la Iglesia (véase Hch 2:42-45). Como comunión establecida por Dios, la Iglesia pertenece a Dios y no existe para sí misma. Es misionera por naturaleza, llamada y enviada a dar testimonio en su propia vida de la comunión que Dios quiere para toda la humanidad y para toda la creación en el Reino.  
La Iglesia se centra y se basa en el evangelio, la proclamación del Verbo hecho carne, Jesucristo, Hijo del Padre, lo cual se refleja en la afirmación del Nuevo Testamento: “Habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1:23). Mediante la predicación del evangelio (véase Ro 10:14-18) y con el poder del Espíritu Santo (véase 1 Co 12:3), los seres humanos llegan a la fe salvadora y, por medios sacramentales, son incorporados al cuerpo de Cristo (véase Ef 1:23). Siguiendo esta enseñanza, algunas comunidades llamarían a la Iglesia creatura evangelii o “criatura del Evangelio”. Un aspecto que define la vida de la Iglesia es que es una comunidad que escucha y proclama la palabra de Dios.